Hubo una hilera circular de recuerdos que se conectaban con el
horizonte, se podían seguir escuchando sus voces, que dibujaban dulzura, magia, sencillez, misterio, nostalgia, sabiduría… parecían de verdad,
se sentían tan real. Pasaban por todos lados, llenando todas las dimensiones de
sentimiento, las partes sagradas de los corazones se abrían para dejarse
seducir de su aliento, que tan fresco susurraba en tonos tibios.; todos querían
danzar en ellos, con sus bocas abiertas dispuestas a tragarlos súbitamente por su
deseo aguerrido, pero solo podía saborearlos el alma merecedora de estos
recuerdos, porque eran suyos, y con delicadeza los degustó suavemente mientras
se deshacían entre sus labios, nutriendose de felicidad; notandose hambrienta, sintío había olvidado cuan importante eran éstos para continuar con su aprendizaje.
Entonces se elevó en inspiración, los
sonidos apaciguaban cualquier otra molestia, se había borrado de repente toda
duda, y ella, el alma, sucumbía en arcos de chocolate líquido; el jugo goteaba
de sabor, mientras rebosaba su cristal en destellos.
¿Cómo podía un recuerdo ser tan fuerte y acallar la
realidad?
Ya no eran sólo recuerdos, existían en el ahora con tal luz,
que al volver a escucharlos y percibir sus siluetas, se hacían reales y se adentraban al cristal en naturalidad;
dulce, jugosa, brillante hermosura naturalidad.
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